



A los 15' encontramos una bifurcación; la pista de la derecha accede a Soila por la denominada "Senda del Hagin", mientras que la de la izquierda es el PR que nos lleva a Korres.
Nosotros tomamos la pista de la izquierda, bordeando la peña de Soila para darle la vuelta. La pista de la izquierda será la que usemos como regreso, haciendo así un poco más largo este breve recorrido con una vuelta circular.

Llegamos al poco tiempo a el "Mirador" donde podremos contemplar una espléndida panorámica de Muela y Peña del Santo, así como de la Sierra Cantábria o Toloño.


Lo mejor es seguir los puntos amarillos ya que los hitos de piedras aparecen y desaparecen hasta que se enlaza con el marcado sendero que está balizado con los mencionados postes con puntos amarillos.

A pocos metros de la cima daremos con el famoso "Ojo de Soila", ventana natural abierta sobre el precipicio de la vertiente este.


Por el norte se ven Anboto, Sierra Elgea, Sierra de Aizkorri, Itxogana, Indiagana y Arburu. En el noreste aparecen San Cristóbal (Oteo), Bitigarra, San Cristóbal (Iturrieta) y Murube.

Por el sur se ven Muela y la cadena íntegra de la Sierra Toloño. El enorme bosque de Izki se extiende por el oeste.


Para el descenso retrocedemos hasta el cruce del cresterío y bajaremos por la otra vertiente, la que ofrece sus vistas a Antoñana. Es la "Senda de Hagin" y pasaremos bajo este singular tejo, protegido por el Decreto 23/1997 del 11 de Febrero, y en apenas 45 minutos nos dejará de nuevo en Antoñana.

En algunos tramos encontraremos unas cuerdas que nos ayudaran a descender más seguros por pendientes pronunciadas si estas están mojadas.
Tejo de Antoñana:
Partiendo de Antoñana, junto al camino que conduce al monte Soila, encontramos este magnífico ejemplar, en el que llama la atención su forma caprichosa y tamaño.
Su madera fue muy cotizada desde el neolítico para diversos usos. Aunque tuvo una enorme importancia en la cultura y tradición de los pueblos del norte de la Península durante mucho tiempo, fue ignorado debido en parte a su toxicidad, lo que ha provocado la reducción de su hábitat.
Recientemente se ha descubierto que una sustancia que contiene la corteza, el taxol, tiene propiedades curativas.
Llama la atención su corteza roja y sus frutos que atraen a diversas especies de pájaros. Esta especie requiere una cierta humedad ambiental y prefiere suelos calizos. En el Euskal Herria esta relacionada con el hayedo.
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